La resistencia al choque térmico es fatal para todas las gemas a partir del momento en que esta variación térmica es del orden de un centenar de grados. Teóricamente una persona no tendrá que sufrir tales variaciones térmicas en el curso de su vida, por lo que el riesgo para la gema es despreciable. Pero, atención a las reparaciones eventuales de una joya engastada con una gema que tenga que ser sometida a la llama del soplete. Solamente haría falta que se sometiera a él demasiado tiempo para que pudiera hendirla.
El diamante es un excelente conductor térmico. Cuando se toca parece frío, el calor del dedo que se le transmite es absorbido muy rápidamente por la piedra. Existen testers de diamantes en el comercio especializado que utilizan esta velocidad de absorción del calor como un medio de comprobación de la piedra sometida a un test.
