Una gema, por definición, debe resistir un mínimo a los productos químicos usuales. Pero ciertas gemas orgánicas, tales como las perlas, las turquesas, la rodocrosita o la malaquita pueden ser sensibles a los ácidos grasos contenidos en las cremas de belleza y los perfumes. Los ácidos más fuertes logran incluso corroer el peridoto o la lazulita. En lo concerniente al diamante, no hay problemas especiales en cuanto a los productos químicos usuales.
El diamante puede arder si es calentado al rojo con un soplete y se volverá externamente blanco lechoso. Bastará con volver a pulimentarlo para devolverle todo su brillo. Ensayos de laboratorio han demostrado que si se calienta un diamante a 1.400 grados durante 2 horas, arde rodeado de una llama muy viva. Si se añade oxígeno y se coloca en un vaso cerrado, arderá hacia los 800/850 grados.
El diamante es inatacable por los ácidos y los álcalis, excepto el nitrato potásico o la sosa fundida que logran disolverlo.
TAPIA-HERNANDEZ
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